El próximo President

Un espía entre los nuestros

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Si gano las eleccions, volveré a Cataluña. No volvió. Los bancos no se irán. Las sedes sociales se fueron rápidamente (y más de 5.000 empresas en un año). Las entidades financieras se pelearán por estar en el nostre país. Huida masiva de fondos de clientes particulares y empresas. Hace años que preparamos las Estructuras de Estado. ¡Oh, no había nada de nada! Seguiremos en Europa. Ahora sabemos que las mentes pensantes indepes tenían previsto que Cataluña fuese un paraíso fiscal al quedarse fuera de la UE. Esta semana el espectáculo del Parlament, ha sido simplemente bochornoso. Lo cierran cuando les da la real gana, o sea cuando no se ponen de acuerdo en sus manipulaciones. Tenemos un President de la Generalitat que por la mañana anima a los CDR y por la tarde los mossos los ponen en su sitio. En una misma frase claman que están construyendo una República para acabarla implorando un referéndum pactado, bla, bla, bla. Ultimátum de Quim Torra a Pedro Sánchez, desmentido por sus socios de Govern al cabo de unos minutos. Una inexistente acción de gobierno. Hojas de ruta (fantasiosas) que se presentan en un teatro y no en el Parlament.

¡Zzzz… me aburro! Bueno, sigo por la parte divertida.

Uno pensaría que este desastre de los dirigentes independentistas significaría una debacle electoral. Pues no, las encuestas y sondeos electorales mantienen –escaño arriba, escaño abajo– un apoyo inalterable. Misterio. Venga, hago un ejercicio de empatía infinito y, con esfuerzo, entiendo que el 15% de indepes de toda la vida siempre votarán a los suyos aunque les vomiten en la cara… les vomiten mentiras, es una metáfora… aunque me tienta creer que podrían vomitarles grumos verdes estilo exorcista y también les seguirían votando, con alegría y devoción religiosa. ¿Qué ocurre con el 85% restante? Yo conozco gente indepe racional que también les volvería a dar su apoyo. Vuelvo a preguntármelo: ¿Qué ocurre? Amable lector, después de meditarlo mirando el amanecer y el anochecer con mirada de eterna sabiduría, esta es mi respuesta: no tengo ni la menor idea. Lo que sí sé es que un día el President de la Generalitat será un caganer, un muñeco de goma, o una escoba o, ¡qué sé yo!, una cebra.

Piénsenlo. Si cada President es más inútil y ridículo (y mentiroso) que el anterior es por una sencilla razón: porque los votantes premian la estupidez. A mí me explicaron que la teoría de Darwin implicaba aquello de la selección de las especies, que sobrevivían los más aptos, etcétera. Pues en Cataluña no se cumple, aquí sobreviven los más ineptos. Y esto me lleva a una terrible conclusión. Cojan aire.

Millones de catalanes convivimos con otros catalanes que se rigen por un mecanismo extraño que escapa a toda lógica. Es como vivir en un manicomio estando cuerdo: paseas en el patio con uno que se cree Napoleón o con un tipo que da alaridos como Michael Jackson, porque está convencido de que es Michael Jackson y, claro, llega un momento en el que por tu propia salud mental (y supervivencia física) desistes de convencerlos de lo contrario… quizá porque temes que los celadores te pongan a ti la camisa de fuerza –en el «manicomio-Generalitat» no lo descarto en absoluto–. Yo respeto a los independentistas de buena fe, y me atrevo a darles un consejo: castiguen en las urnas a sus pésimos dirigentes, y es posible que un día tengan líderes con cierto nivel. Mientras tanto iremos a peor.

Apostaría a que si no es así, después de Quim Torra –es difícil– vendrá un President más inútil. Y así, inútil tras inútil, un año propondrán al clásico caganer, o a un muñeco de goma… y le votarán.

La triste esperanza es que el muñeco no diga y haga nada, que es lo que se espera de un muñeco, y que eso sea una buena noticia porque por lo menos no hará ni dirá estupideces… y ya sólo por eso nos sentiremos bien gobernados.

Se me escapa una carcajada, imaginad a un muñeco, estilo Epi y Blas, en el balcón de la Generalitat y a miles de indepes gritando de felicidad: ahora sí… ¡La República está cerca!

 Joan Puig


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