De niños y héroes. Au revoir cher Bébel

Este mes se nos ha ido un gran actor, carismático, único. Belmondo. El galán más feo, adorable y seductor del cine francés. Este es el homenaje de Javier Arazola a quien tantas tardes felices nos hizo pasar a todos. À bientôt, Jean-Paul…

UNO

Un chiste antológico de Jaume Perich mostraba en cuatro viñetas a un hombre calvo con gafas y bigotito, genuina imagen del españolito medio en la etapa del desarrollismo, paseando mientras reflexionaba sobre su devenir. «De niño soñaba con parecerme a Errol Flynn. De adolescente a James Dean. De joven a Steve McQueen. Pero he acabado pareciéndome a José Luis López Vázquez…»

DOS

Todo niño necesita héroes a los que admirar e imitar. Yo he tenido muchos y en todas las épocas de mi vida. Aún hoy, algunos dioses mortales me tienen secuestrada el alma, pero son dioses más espirituales, estéticos o intelectuales que otra cosa: Marcel Proust, Howard Hawks, Miles Davis, Marvin Gaye… Ya no quiero ser como ellos. Me limito a disfrutar de lo mucho que le siguen aportando a diario al pequeño adulto en que me he convertido.

TRES

Siendo niño, admiraba a Gregory Peck por la nobleza y rectitud que definía a la mayoría de sus personajes, y a Tony Curtis por todo lo contrario, a saber: por bordar al seductor caradura, golfo, ligón, vividor y, a pesar de todo ello, irresistible. Yo pasaba mis vacaciones de verano en Francia, en la casa rural de mis abuelos, y es con mi abuelo con quien descubrí el mundo del «polar», al que me enganché de inmediato y que generó una galería de nuevos héroes compuesta esencialmente por cuatro actores que hoy en día siguen reinando en mi olimpo particular de mitos incombustibles: Jean Gabin, que me hace pensar en mi querido abuelo cada vez que lo veo; Lino Ventura, duro y vulnerable a la vez; Alain Delon, el hombre bello y atormentado, siempre condenado a un final trágico; y el indiscutible rey de la simpatía, un tipo vitalista, atlético, hiperactivo, que no se hacía doblar nunca en las escenas de acción y que lucía con envidiable desparpajo su irresistible y luminosa sonrisa de boxeador, conocido en el mundo entero como Jean-Paul Belmondo.

Síguenos en Facebook

Aún hoy, las muertes de Lino, Lee Marvin o Marcello Mastroianni, otros dos modelos a los que aún amo sin remisión, me resultan increíbles. Me dejaron desarmado porque me resultaban tan inconcebibles que me pillaron por sorpresa, ellos, que se habían ganado la inmortalidad a pulso. A ello contribuye el que el cine, arte de héroes y espejismos, de reflejos y sombras, de claroscuros y fantasmas, siga resucitándoles cada vez que algún chaval o algún nostálgico como yo se pone a ver El clan de los sicilianosLa dolce vita o Doce del patíbulo.  Siempre me costará creer que gente así se muere, aunque sepa que es inevitable. Y eso que he aprendido a asumir los defectos, las flaquezas, la vulnerabilidad y el destino trágico también de los que fueron mitos en mi educación sentimental y aún hoy siguen siendo referentes y explicación fundamental de mi manera de ver la vida. Pero al contrario que las muertes de mi padre y de mi hermano, que me precipitaron en la lucidez y me dejaron en el corazón un implacable aunque a veces cálido vacío que nadie podrá ya ocupar, además de una nostalgia que se sabe impotente ante la melancolía, la muerte de mis héroes les concede definitivamente la aureola de la inmortalidad. Sí, siempre iluminarán el mundo con su magia, con su arte y con su capacidad de emocionarnos. Los amé a distancia y así seguirá siendo por los siglos de los siglos y amén.

Síguenos en Twitter

CUATRO

En 2001, Jean-Paul Belmondo fue víctima de un ictus que lo dejó seriamente incapacitado. Él, que nos había deslumbrado con sus saltos y piruetas, que había deleitado nuestros oídos con su voz suave recitando con igual armonía los diálogos sarcásticos de Michel Audiard, unos versos de Racine o las declaraciones de amor de Truffaut, que nos había provocado la más sana envidia con su talento para seducir a las más bellas mujeres y que se había ganado a tantas generaciones acariciándose los labios con el pulgar (como Bogart) y enviándonos a la porra en un film mítico que rompió todos los esquemas, se vio convertido de esta cruel manera en un inválido al que le costó un esfuerzo inimaginable recuperar el habla y la motricidad. Pero lo logró, a pesar de todo y contra todo, incluidos esos médicos que le aseguraban que no lo conseguiría. El viejo Bébel, boxeador envejecido e inválido pero incansable, dio una nueva lección al mundo, una lección vieja como la vida: la de que quien quiere puede, de que nunca hay que arrojar la toalla.

Sí, el héroe era un anciano, una sombra del amado artista que hizo de la fealdad galanura, pero el mito, fatigado, retirado, discreto, sobrevolaba nuestros espíritus, al menos el de los que de niños soñamos alguna vez con ser como él, el actor universal que por compromiso y amor por su público se tomaba cada «cascade» como un desafío y por eso se negaba a ser doblado por un especialista. Belmondo no sólo fue un mito en mi infancia, fue un mito para millones de espectadores del mundo entero que, sencillamente, lo adoraban. Sabía pasar con fluidez de los mundos de Chabrol, Godard y Truffaut a los de Melville y Giovanni, de los de Resnais y Malle a los de Lautner, Deray y Verneuil.

Actor total, estrella total. Y ese fue su mayor mérito, el de lograr, sin traicionarse jamás a sí mismo, ser amado por millones de personas, que es la mejor manera de agradecer a un artista tanta honestidad y generosidad como las que él tuvo para con nosotros.

Au revoir cher Bébel…!

JAVIER ARAZOLA

Síguele en Twitter: @AmbersonsI y en su blog The Magnificent Ambersons

Foto Ataraxia

JAVIER ARAZOLA

(Barcelona, 1961)   A la dirección de cine y la realización de televisión he acabado prefiriendo el oficio de vivir. Enamorado del cine desde siempre me vuelvo a adentrar en esa parte del pasado que viví ante pantallas preferiblemente inmensas, para regresar a un puñado de clásicos inagotables capaces aún hoy de inflamar mi mente, mi corazón y mi espíritu de adulto como lo hicieron cuando yo era un niño al que le gustaba soñar despierto.

A MagazineFranja Patrocinio Patreon & Paypal

1

Patrocina Ataraxia Magazine en PATREON desde 5$ (4,50€) al mes

https://www.patreon.com/ataraxiamagazine

Captura de pantalla 2020-05-12 a las 15.11.03

2

Patrocina Ataraxia Magazine mediante una donación por PayPal

3

Patrocina Ataraxia Magazine con 2€ por lectura mensual

A Magazine

email de contacto: ataraxiamagazine@gmail.com

Patrocina AtaraxiaMagazine: https://www.patreon.com/ataraxiamagazine 

Síguenos en Twitter: https://twitter.com/ataraxiamag

Síguenos en Facebook: https://www.facebook.com/ataraxiamagazine

Deja un comentario