Depp vs Heard for dummies

Como casi todos saben, se ha publicado el veredicto sobre la demanda de difamación presentada por Johnny Depp contra Amber Heard. Lo que ya es más complicado es que hayan llegado a enterarse de qué ha dicho el jurado, quién ha ganado y quién ha perdido

…porque la mayor parte de los grandes medios españoles (entre otros, y siempre con honrosas excepciones) han hecho un trabajo muy mejorable en este terreno. Unos porque no han podido seguir el caso y otros porque ya habían decidido quién iba a ganar y les cuesta reconocer la que han liado.

¿Empezamos por el final?

Para los que no tienen paciencia para informarse, resumamos aún más. El jurado se ha pronunciado sobre tres reclamaciones de cada parte.

Las tres primeras (Depp contra Heard) decían que las acusaciones de Heard de violencia doméstica eran difamatorias (falsas y con intención de dañar). El jurado ha dicho que Depp tiene razón. Han condenado a Heard a pagarle 10 millones en daños compensatorios y 5 en punitivos (este último rebajado al límite legal en Virginia de 375.000 dólares).

Las tres segundas (Heard contra Depp) decían que un portavoz de Depp la había difamado al acusarla de falsificar su caso, en tres declaraciones. El jurado ha confirmado que el portavoz dijo la verdad en dos de ellas (Heard ha hecho acusaciones falsas) pero ha decidido que una de las supuestas falsificaciones en concreto no fue tal (la supuesta preparación de un escenario para la policía, en la que la policía luego no vio evidencia de nada) y ha condenado a Depp a pagar a Heard 2 millones en compensatorios y cero en punitivos.

Así que cuando lean ustedes que “hubo empate”, no se lo crean. No es cierto. Depp ha ganado. Heard ha perdido.

Ahora en detalle

Recapitulemos. Hace unos ocho años, Heard (que entonces estaba casada con Depp) presentó una demanda de alejamiento contra Depp por violencia doméstica, presentándose en el juzgado con señales en la cara. A la salida estaban los fotógrafos de uno de los mayores medios de cotilleo. Se convirtió en un pequeño fenómeno mediático, se divorciaron y la cosa no fue a mucho más.

Hace seis años, casi exactamente, el Washington Post publicó una tribuna editorial firmada por Amber Heard en la que no sólo se proclamaba ejemplo de violencia doméstica sino de cómo la sociedad protegía a los hombres que la perpetraban, haciendo referencia a los hechos de dos años atrás sin citar a nadie por su nombre. El artículo coincidió con el apogeo del “Me Too” y con el estreno de “Aquaman”, donde ella actuaba. No pudo ser más notorio.

El Washington Post es un medio de enorme influencia, pero no fue el único. Con notable rapidez otros medios con menos delicadeza expusieron la acusación con nombres y apellidos, quemando a Depp en efigie como tótem de los abusos domésticos. Alguno llegó a falsificar fotos, pintando lágrimas con Photoshop sobre imágenes de archivo, pero casi todos (incluyendo la mayoría de los medios españoles) le dieron por culpable. Depp se convirtió en un paria en la profesión: a partir de ese artículo le descartaron de la siguiente entrega de Animales Fantásticos (Warner) y hasta de la saga de Piratas del Caribe (Disney). No perdió todos sus apoyos, pero apenas podía trabajar en películas independientes.

Corregir esto es casi imposible. Las leyes protegen mucho la libertad de los medios de publicar lo que les parece cierto, y para demostrar que no lo es, en un caso como éste, hay que hacer milagros: “la ausencia de prueba no es prueba de ausencia”, es decir, para convencer de que no hubo abusos hay que demostrarlo, no sólo señalar que no hay evidencia. Entre otros obstáculos.

Uno de los medios que se unieron a la cacería, un tabloide británico del grupo de Murdoch (News Corp), perpetró una difamación particularmente brutal, y Depp les demandó por libelo. Pese a la ausencia de pruebas de las acusaciones de Heard y a las abundantes refutaciones, Depp perdió. Aparentemente la piedra angular de la decisión fue la credibilidad que ganó Heard al afirmar que había donado a la caridad todo el dinero recibido del divorcio.

Depp volvió a intentarlo, aprovechando una ley de Virgina que le permite demandar por difamación en el Estado en el que se publica el periódico. Ese es el juicio que acaba de terminar. En él, como hemos visto, Depp demandaba a Heard por difamarle por el artículo del Post, y ella le contrademandaba por afirmar que sus acusaciones eran falsas.

El juicio ha tenido cuatro semanas de declaraciones que son para no perdérselas, y muchos no se las han perdido porque, por insistencia de Depp, ha sido público y se ha podido ver por diferentes canales de YouTube especializados en juicios. Ha sido enormemente instructivo, por momentos horrible y por momentos divertido. Ha causado un enorme revuelo en redes a nivel mundial, por lo que ha revelado no sólo sobre la relación del matrimonio Depp-Heard sino sobre el modo en que distintas organizaciones han manipulado el caso. Pero vamos por partes.

Hay que señalar que Heard no sólo se ha reiterado en las acusaciones de malos tratos sino que ha elevado exponencialmente el tono acusando a Depp de abusos sexuales reiterados, llegando a violarla con una botella rota, y de hacerla temer por su vida.

Durante el juicio, ha quedado palpablemente demostrado (con testigos y evidencia médica, tanto como con la ausencia de ella) que Depp no agredía a Heard, sino que era al revés. Heard tiene problemas (personalidad límite, narcisismo) además de muy mal carácter, y Depp tiene tendencia a callarse o irse cuando las cosas se ponen violentas. Entre otras cosas, existe una abundancia de fotografías de Heard en programas de televisión o fiestas a las pocas horas de haber sido supuestamente agredida hasta “romperle la nariz” o el labio, sin una marca y gesticulando; existen grabaciones de la policía de ella y su piso justo tras una supuesta agresión, sin marcas de ningún tipo en ella ni el entorno. La evidencia, en este terreno, es simplemente demasiada para repasarla toda.

También ha quedado demostrado que los problemas de abusos de sustancias que tuvo Depp no son los que retrataba Heard, sino los contrarios (le podían causar quedarse groggy, no ponerse violento) y que los abusos de la bebida también eran principalmente los contrarios (Heard podía beberse dos botellas de Vega Sicilia al día, y lo hizo al menos durante un periodo). También ha quedado acreditado que las declaraciones de Heard fueron interpretadas por todos como denuncias de Depp, y que esas acusaciones le costaron su participación en las franquicias cinematográficas que ya hemos mencionado.

Ha quedado meridianamente claro que Heard mintió sobre las donaciones que dijo haber hecho. Se ha comprometido a dividir los siete millones entre la ACLU (una entidad de activismo cívico) y un hospital infantil. Al hospital no le ha dado nada, y a la ACLU sólo unos cientos de miles (la ACLU no renuncia a cobrar el resto). Y no lo ha hecho pese a haber recibido el dinero antes de ser demandada.

Finalmente, ha quedado claro el papel de la propia ACLU (y amigos). Esta organización se ha dedicado a promover la defensa de las víctimas de abusos a costa de la presunción de inocencia, subiéndose a la ola de los “Me Too” desde la respetabilidad e influencia de décadas de protagonismo en los derechos civiles. La ACLU hizo “embajadora” en temas de violencia doméstica a Heard después de que ésta les prometiera tres millones de dólares y medio. La ACLU propuso a Heard escribir la famosa tribuna. La ACLU le presentó un borrador y elaboró la versión final con ella y sus abogados. La ACLU colocó el artículo en el Washington Post, uno de sus medios colaboradores. La ACLU usó el momento de máxima exposición de Heard para hacer el máximo ruido sobre su causa, sin importarle a quién crucificaban o cuestionarse si era legítimo o ético hacerlo. La ACLU, a través de sus portavoces, ha admitido todo esto, y también que no han cobrado pero han permitido que se diga lo contrario con la esperanza de que el compromiso se cumpla. La ACLU, que es la encarnación de la corrección política del establishment estadounidense y una referencia incluso más allá de sus fronteras, ha metido la pata hasta el cuello, y sigue sin reconocerlo más allá del tribunal. Su mala praxis da para una película.

Por el camino ha aparecido mucho más, mucho contexto, mucha privacidad, abogados excelentes y odiosos, testigos impresionantes y contradictorios, y una juez que bromea y todo. Suficiente carnaza para mantener interesados a millones de espectadores.

Lo que importa.

Pero lo que importa de verdad no es que, pese a todas las dificultades, se haya puesto coto a una mentirosa y rescatado el buen nombre de un actor inocente. Que también.

Lo que realmente importa es que se ha puesto frente al espejo a una sociedad que ha permitido, en nombre de un bien innegable (la protección de las víctimas de violencia), que se pierda de vista otro bien igualmente innegable (la protección de los inocentes). Optar por el “hermana yo sí te creo” ataca las bases del Estado de Derecho, la presunción de inocencia y la igualdad ante la ley, y más cuando instituciones y medios se permiten adoptarlo como política… y lo mantienen pese a conocer los hechos. Pero de eso ya hemos escrito aquí.

Ayer fue el “Día contra los Abusos Narcisistas”. Los que comete la gente que se cree demasiado importante para tomarse en serio a los demás. Igual alguno se fija.

MIGUEL CORNEJO

Síguele en Twitter: @MiguelCornejoSE

MIGUEL CORNEJO
 
Economista de formación, gestor de proyectos de profesión, aficionado a meterse en charcos —fundó Macuarium.com y Magma— y a hacer sonar campanas. Casado y navarrizado. Últimamente le dejan presidir la Asociación Pompaelo, un grupo apartidista que defiende la auténtica historia, la igualdad y la libertad en tierras del viejo reino.

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