Filosofía de la razón. La naturaleza boba.

La sola idea de que los seres vivos, incluidos animales y humanos, nacen del dolor físico de sus madres y del suyo propio, que nunca recordarán, ya es síntoma de que la entrada en nuestro mundo no es todo lo agradable que se podría esperar…

La sola idea de que los seres vivos, incluidos animales y humanos, nacen del dolor físico de sus madres y el suyo propio, que nunca recordarán, ya es sintomático que la entrada en nuestro mundo no es todo lo agradable que se podría esperar. Sin embargo, la vida en la Tierra es fruto de un modelo establecido por la naturaleza que, por supuesto no es el más perfecto ni el más justo pues la naturaleza carece de sentimientos, y de la capacidad de conocer el desarrollo individual de los seres vivos. Así pues, deberíamos empezar a cuestionar la perfección del universo y la vida de los seres vivos en el planeta Tierra y en otros planetas de lejanas constelaciones que probablemente y según la regla de probabilidades deberían existir o existirán en algún momento de un tiempo cuasi infinito y que, de hecho, la ciencia considera que pueden existir a millones, fuera de nuestra constelación.

Hay que tener en cuenta que la vida en la Tierra, en la forma más arcaica y primitiva existe desde hace unos 3500 millones de años, periodo que representa aproximadamente el uno por ciento de toda la historia de la vida humana; todo lo demás ha sido evolución hasta concluir en la aparición del hombre sapiens que, poco a poco evolucionará hacia el ser humano y las sociedades a través de los primeros milenios y sucesivos siglos.

Pero no seguiré hablando con detalle de como la tierra con sus mares y atmósfera fue evolucionando, ya que no es un tema que ataña principalmente a la filosofía, pero la realidad es que, la fuerza creadora o la naturaleza ofreció a los humanos -que aún no existían- un mundo en ciernes basado en un cambio continuo o evolutivo- con un gran mensaje: -interactúa con ese mundo que te ofrecemos y mira de mejorarlo porque nosotros no te vamos a ayudar ni te daremos las claves para que lo consigas-.

Y, claro que es imperfecto este mundo, empezando por el modelo de subsistencia establecido en que los más fuertes se comen a los más débiles para obtener los nutrientes necesarios para sobrevivir. Pero, además la leona, que busca sin cesar alimento para sí misma y sus crías, al tenerse que enfrentar con su potencial alimento, intentará buscar una cría o un animal enfermo que le ofrezca menos peligro y resistencia ¿Alguien ha reflexionado en las montañas de dolor infinito que ese proceso natural produce? Supongo que no demasiados ¿para qué dirán algunos? Nosotros no inventamos ese modelo dirán otros, pero mientras tanto, comen ricas carnes procedentes de indefensos animalitos. Y ahora ya es el momento de ver el modelo de vida tan inhumano en que nos encontramos y que cuestiona severamente dicho modelo. Por ejemplo, el mundo animal no tiene conciencia de su existencia ni sabe discernir lo que es bueno o malo. Su existencia se rige principalmente por el instinto y las habilidades para encontrar alimentos y guarecerse de las inclemencias del tiempo y la persecución de otros animales más fuertes y poderosos. En ese contexto, de repente, aparece el ser humano lanzado a un mundo que no entiende y donde cada individuo cede el control de su existencia a minorías capaces de explicarles los extraordinarios fenómenos naturales como el día y la noche, el sol que ilumina, la luna, probables terremotos o volcanes, las tempestades, los viento huracanados, etc. 

En resumidas cuentas, los hombres primitivos necesitaban explicaciones de su mundo, quien era su creador y sobre todo como se podía obtener el favor de esas divinidades. En ese momento había aparecido la religión; que a partir de ahí ya no nos abandonaría hasta nuestros días diversificada en un número de más de cuatro mil, entre las que destacan el cristianismo y el islamismo que solo aceptan como creador del mundo un solo dios.

Desde que los seres racionales empezaron a congregarse en grupos sociales surgió la necesidad imperiosa de buscar al Dios o dioses creadores que les protegieran de los enormes peligros que el transcurrir de sus vidas demandaba.

Fruto de una intensa reflexión y análisis de la evolución del hombre sapiens en sociedad se puede llegar fácilmente a la conclusión de que el hombre inteligente nace y evoluciona de la Naturaleza, pero el hombre inteligente, como especie eterna, podría considerarse que es superior a esta, puesto que la naturaleza actúa de una forma mecánica e instintiva, es decir: sin sentimientos ni inteligencia selectiva, o lo que es lo mismo, el Creador o la Divinidad pueden crear el Mundo, pero no parece que tengan apego o sentimientos hacia los seres vivos del mismo, ni interactúan con ellos. En cambio, los seres humanos tienen una inteligencia que les permite discernir y actuar de forma inteligente y usando sus sentimientos del que carece la Naturaleza.

Ciertamente, el hombre solo puede actuar de una forma limitada, pero si ve a un tierno cervatillo a punto de ser matado por un lobo o un león, hará todo lo posible para espantarlos, ya que sus sentimientos hacen que se apiade del animal. En mayor medida sucedería, si un pobre e inocente niño caminara por la vía del tren y éste se acerca a toda velocidad. Sin embargo, en la naturaleza impasible e insensible, están sucediendo estas cosas a cada instante y ella no se da por enterada. En ese aspecto es boba e insensible, su misión no es esa al parecer. Lo suyo se limita a ver y recoger el largo e interminable proceso que supone el nacimiento y la supervivencia de las especies vivas más perfectas y poderosas. No obstante da la impresión de que la especie humana es superior a la Naturaleza, o a “la fuerza creadora”, o al «principio rector», aunque estos sean los responsables de su creación, por cuanto es capaz de pensar, sentir y discernir en función de unos hechos puntuales. Esta cuestión pone en tela de juicio que el Creador del Mundo sea superior a los seres creados por esas fuerzas, sobre todo en algunos aspectos importantes de la vida, y avala la hipótesis de que «algo, bobo e insensible», como puede ser nuestro Universo o Mundo actual, ha tenido la capacidad para crear, a lo largo de milenios y milenios, a seres inteligentes a través de la vida animal con auto conciencia de existencia y discernimiento, de tal manera que el hombre inteligente ha sido y es capaz de modificar leyes naturales, en algunos momentos del espacio y del tiempo.

ALBERTO VÁZQUEZ BRAGADO

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Alberto Vázquez Bragado. Residente en Barcelona. Licenciado en historia, UB 2007; Máster en Historia de la ciencia, UAB 2008; estudios de literatura, UB 2015.
Puedes seguir a Alberto Vázquez Bragado en Twitter como @BragVazquez

 

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