La princesita de papá

La sonrisa de una niña anónima me alegró la tarde del lunes. No recuerdo si fue un día difícil, es más, la proximidad de la festividad del 12 de octubre presagiaba una de esas semanas raras en las que el descanso obligado rebaja la tensión. Sin embargo dos días después algo se me removió por dentro, no sé: llámenme lo que quieran.